Y cuando parecía que lo teníamos todo encaminado, la vida nos da un giro de 180º…nuestra “black week” del año.
Justo un día antes del juicio, despiden a Marc; nuestra garantía económica al garete; la posibilidad de cogerme una excedencia se difumina. No podemos estar los dos sin percibir ningún sueldo, por mucho que nos quitemos de encima la carga de pagar nuestro alquiler y las facturas que lo acompañan.
Y con ese peso sobre la espalda, nos enfrentamos a un juicio muy poco alentador. O sea, no sólo cabía la posibilidad de que no pudiera coger una excedencia y tuviese que seguir trabajando, sino que encima a la justicia le parecía más que razonable que tuviera que negarle a mi hija mis cuidados y su lactancia a demanda durante dos días a la semana, porque la empresa ya me da un bono guardería y una jornada reducida.
[Aprovecho para quejarme públicamente (este párrafo te lo puedes saltar, aunque te recomiendo que no lo hagas):
- Las prioridades en esta sociedad están invertidas: no hay que cuidar a las empresas que ofrecen puestos de trabajo, hay que cuidar a las familias que ocupan puestos de trabajo. Es patriarcal defender la patronal.
- La conciliación familiar no debería consistir en externalizar los cuidados, sino en facilitarlos, gracias.
- Las empresas no dan reducciones de jornada, a no ser que te sigan pagando lo mismo por ocupar tu puesto de trabajo menos horas.
- La lactancia materna es un derecho humano que las empresas no deberían tener poder para vulnerar.]
Marc estaba más triste y decaído, pero, por alguna razón, yo no encontraba motivos suficientes para el pesimismo, sino todo lo contrario. Después de reorganizar nuestras perspectivas y planes, casi parecía que nos hubieran hecho un favor con ese despido:
- Mi situación: no podía coger una excedencia ahora, la perspectiva de tener que abandonar a Mïa para ir a la oficina me seguía generando ansiedad; así que mientras no tuviera una sentencia judicial que me diera permiso para teletrabajar, yo sólo podía seguir de baja.
- La situación de Marc: cobrando paro sin trabajar, hasta volver a cobrar sueldo teletrabajando.
Es decir, los dos con todo nuestro tiempo para dedicárselo a Mïa, ¿qué mejores condiciones para viajar en familia podíamos tener?…Bueno, pues que no estuviésemos limitados a quedarnos por España, en torno a Cataluña, pues yo tendría que acudir a las citas médicas de revisión de la baja, y Marc tendría que sellar el paro. Pero nos daba igual, España tiene mucho que ofrecer también. Lo importante no es el destino, sino la experiencia y la compañía.
En definitiva, nos hemos visto obligados a dar un volantazo, pero no nos hemos salido de la carretera.