Despedida feminista

Supe que quería pedir una excedencia por cuidado de menor de 3 años un mes después de iniciar la baja por ansiedad. En un principio, la excedencia la quería para poder dedicarle tiempo a Mïa, pero cuando retomamos la idea del viaje, se le sumó un motivo más.

También es cierto que, como la quería para poder estar con mi hija, indepedientemente del resultado del juicio, yo hubiese pedido esa excedencia. Así que, no, no he pedido la excedencia porque perdí el juicio. Pero eso no quita que haya sentido en mis propias carnes la discriminación y el abandono que esta sociedad, y las empresas, aplican sobre las mujeres, las madres, y los niños; que haya visto menospreciado mi concepto de la conciliación familiar; o que haya sentido una presión enorme para cambiar mi modelo de crianza y educación.

Sé que muchos podríais pensar “pues si no te gusta cómo se hacen las cosas en tu empresa, cambia de trabajo”. Pero, además de que es bastante difícil encontrar una empresa que apoye verdaderamente la maternidad de sus empleadas, no es un tema de gustos o políticas de empresa, es un tema de DISCRIMINACIÓN. Voy a compararlo con otro ejemplo:

  • Mi caso: si no te gusta que no se permita teletrabajar para conciliar a las madres, cambia de empresa.
  • Ejemplo comparativo: si no te gusta la división de departamentos, cambia de empresa.

Ahora démosle la vuelta a estos ejemplos. No desde la perspectiva del empleado, sino la del empleador:

  • Mi caso: si a la empresa no le gusta que sus empleadas quieran teletrabajar cuando son madres, que las despidan y que no contraten mujeres con esa visión de la crianza.
  • Ejemplo comparativo: si la empresa tiene una división de departamentos determinada, que despidan y no contraten a personas con otra visión estructural.

¿No habéis sentido que, al darle la vuelta, mi caso suena un pelín (bastante) discriminatorio? Eso es por que lo es. Eso es porque la empresa está afectando ambitos de la vida de los empleados, más allá de lo laboral, se está metiendo en las opciones de maternidad.

El problema es, como en muchas otras cosas, que siempre tendemos a culpabilizar a las víctimas: si no querías que te acosara durante toda la noche, no haberte dejado invitar a una copa; si no querías que se burlaran de ti, no haber subido esa foto; si no querías que te vioran, no haber ido así vestida; si querías conciliar la vida familiar sin externalizar cuidados, no haber sido madre o haber buscado otro trabajo o pues deja el trabajo y quédate en casa. Nos cuesta mucho señalar al culpable cuando este es cualquier ícono del patriarcado adultocentrista y capitalista en el que vivimos (hombre adulto con dinero, dinero, o empresas que hacen dinero). No es nuestra culpa, es que nos han educado así.

Así que antes de sentirme culpable por haber acabado en esta situación, agachar la cabeza, y buscar otro trabajo o someterme al sistema, necesito hacer todo lo que esté en mi mano para visibilizar el problema social que tenemos, concienciar, e intentar cambiar las cosas, si no para mi caso particular, para los siguientes que vengan. Porque no soy la única, y cada vez somos más.

De modo que, al despedirme de mis compañeros de trabajo por lo que será casi un año, no podía no tener todo esto en cuenta y aprovechar la oportunidad para alzar la voz y hacer la denuncia social que muchos sentimos, pero muy pocos (aún) verbalizamos. Este es el email que envié a toda la empresa en mi último día de trabajo, antes de comenzar la excedencia:

Hola compañeros y compañeras,

Como algunos ya sabéis, el próximo lunes comienzo una excedencia para poder dedicarme al cuidado de mi hija. Y aunque estoy muy ilusionada porque voy a poder dedicarle todo el tiempo que se merece, el sentimiento es agridulce.

En esta sociedad en la que lo único que se entiende por conciliación familiar es la externalización de cuidados (es decir, conseguir que otros cuiden de los hijos para que los padres sigan trabajando como siempre), y donde otra forma de conciliación no es aún concebible o apoyada por muchas empresas, muchas madres (y no tantos padres), nos vemos obligadas a tomar la decisión de empobrecernos para poder criar a nuestros hijos como nos gustaría y como creemos que se merecen (porque tipos de crianza y maternidades, hay muchos, y todos deberían ser válidos). Esto no solo hace que aumente la brecha salarial de género, sino que devuelve a las madres a una situación de dependencia económica de otros miembros de la familia. Y por si alguno lo estáis pensando: no, no soy libre para escoger mi maternidad, si las consecuencias entre una maternidad y otra son sustancialmente diferentes y afectan a otros ámbitos fuera de la crianza, como es la economía.

Me entristece haber tenido que llegar a tomar esta decisión, precisamente en una empresa que tiene como uno de sus valores “ser familia” (irónicamente). 

Soy mujer, madre y feminista, y esta experiencia no ha hecho más que confirmarme que pertenezco a un colectivo discriminado que aún no tiene la visibilidad que se merece. Que aún queda mucho trabajo por hacer en esta sociedad, y por eso, para que podáis ir con más información y puntos de vista al evento por el día de la mujer que organiza la empresa, y para vuestra vida en general, os recomiendo echar uno ojo a los siguientes perfiles de Instagram y web:

Necesitaba compartir esta disertación sobre maternidad y feminismo con todos vosotros, y además me gustaría invitar a la reflexión a todos: los que sois padres o madres, los que pensáis en serlo, y los que ni os lo planteáis:

¿La crianza nos esclaviza, pero el trabajo remunerado nos libera y nos realiza?

A pesar de todo, y por improbable que ahora parezca, os echaré de menos. Pero pienso disfrutarlo a tope y hacer de este año, uno de los más memorables de mi vida 😃

Un achuchón enorme para todos ❤

Lo mejor de todo fueron los emails, y whatsapps que recibí de mis compañeros. A muchos de ellos ni los conocía, nunca nos habíamos visto o intercambiado palabras antes. Me daban las gracias por el valor de expresar y visibilizar sus realidades. Me contaban sus casos y experiencias, y lo que la falta de medidas para la conciliación les había coaccionado a hacer: pedir excedencias, reducciones de jornada, dejar a sus bebés en guarderías, directamente no ser madres,…

Sus palabras me dieron esperazas. No estaba tan sóla como parecía. Así que es posible que consigamos cambiar esta situación más pronto que tarde. Pero para eso tenemos que empezar a escuchar a las víctimas y señalar a los verdaderos culpables, para poder tomar las medidas adecuadas.