Optimista es el que cree que todo saldrá bien; positivo, el que sabe verle el lado bueno a las cosas, aunque parezcan malas. El despido de Marc no era una cosa buena, pero ha sido una cosa buena: ¡no sé cómo habríamos podido recoger todo el piso, si él hubiese estado trabajando!
Días duros y cansados, entre despedidas y festividades, el tiempo se nos echaba encima, pero Mïa y Maia también requieren su propio tiempo y velocidad. Hemos aguantado la presión superando nuestros límites de paciencia y fortaleza. La niña no ha podido tener mejor actitud ante esta situación: super colaborativa, independiente e incluso cuidando de Maia. En lo único en lo que se le ha notado un pequeño estrés por la situación ha sido en que ha estado más demandante, y algunos despertares nocturnos. Lo cual le ha sumado a la situación dolor en los pezones, e incluso grietas (después de dos años sin problemas de lactancia), y cansancio acumulado para nosotros. Pero bueno, poco a poco iremos creando nuestra nueva normalidad.
Nos queda una parada (o dos, según se mire), antes de comenzar la aventura. Aún parece increíble que lo estemos haciendo, aunque ya no parece imposible. Ante esta situación me declaro: mujer, madre, positiva, optimista y, por su puesto, feminista.